Me gustaría dedicarle esta entrada a uno de los navegadores que indudablemente ha marcado terreno en su mercado y fundamentalmente al acceso a sitios web, a pesar de que nunca pudo coronarse como el más usado. Así es, hablo de Mozilla Firefox. Y es que en el día de hoy está teniendo bastantes problemas que le impiden atraer usuarios, y por el contrario, va obteniendo de forma constante un rendimiento negativo.
Nos encontramos en tiempos que son bastante duros para el panda rojo (que no es un zorro como menciona su nombre); está perdiendo cuota de mercado en picada a favor de alternativas que prometen bastante como Edge, Opera con su novel variante GX o Brave. También hay que mencionar que se está dando una especie de disputa por Chromium, que es prácticamente la base libre de navegación que utilizan sus principales competidores, y que Mozilla ha decidido no implementarla por considerar que se está haciendo con todo el tráfico y de este modo crear una especie de monopolio que favorezca a Google, la propietaria del proyecto.
El monopolio de Chromium
Como ya mencioné en el principio, Chromium es la base de código abierto que utiliza Google Chrome desde sus inicios. Si bien son idénticos en su estilo y funcionalidades, tienen varias diferencias que los caracterizan, empezando con los servicios que integra Google y la sincronización.
Esta plataforma comenzó a marcar terreno cuando algunos de sus competidores, en búsqueda de mayor velocidad y un mejor rendimiento en general, optaron por implementarlo en sus programas. Uno de los primeros ha sido Opera, cuando en 2013 lanzó una versión en pruebas con una derivación de Chromium. Esto hizo que un tiempo después terminara abandonando el antiguo Presto que utilizaba como renderizado y el cambio pasara a su rama principal.
En 2015, Microsoft decidió volver al terreno de la navegación web lanzando Edge, trayéndolo de fábrica con Windows 10. En ese entonces utilizaba un motor propio denominado EdgeHTML, que prácticamente era un fork del viejo Trident que tenía Internet Explorer. Sin embargo, y pese a su implementación nativa, no ha conseguido la utilización que se esperaba. En un intento por volver a captar usuarios, a fines de 2018 se anunció que se cambiaría todo su ecosistema al de Chromium. Y al parecer la jugada le salió bien, pues en la actualidad Edge está posicionado como el segundo, siendo superado solo por Chrome.
Con el tiempo también han surgido otras opciones que comparten el mismo mecanismo: Vivaldi, el cual creado por el cofundador y antiguo director ejecutivo de Opera, y Brave, que con la misma lógica lo inventó el mismo cofundador de la fundación Mozilla, dueña de Firefox (ya separado de su cargo).
Brave Web Browser es otro que con la misma base, ha crecido bastante en uso. Y eso se debe en un principio a sus herramientas nativas de criptomonedas.
El declive
En los últimos cinco años, Mozilla Firefox ha ido perdiendo usuarios en picada. De más está fijarse en los datos de uso; según NetMarketShare, en mayo de 2016 poseía un 14,68% de cuota de mercado y era el tercero con más utilidad después de Google Chrome e Internet Explorer. 5 años después, precisamente en diciembre de 2021, Firefox apenas llega a un 6% a pesar de mantenerse en su lugar. Como dice el dicho, una imagen vale más que mil palabras:
Aparte de Firefox, ¿algún otro navegador que no sea chromium-based?
Todavía quedan unos cuantos que siguen sobreviviendo a la oleada. Uno de ellos es Safari, que a día de hoy tan solo está disponible para OS X y iOS debido a que su versión correspondiente para Windows se descontinuó en el 2012. También tenemos a SeaMonkey, mantenido por la propia Mozilla, aunque funciona más como una suite con varios programas de Internet que un navegador centralizado en si.
Dicho sea de paso, podemos agregarle los que están derivados de Firefox (que los hay, y de todos los colores). El más conocido sin dudarlo es Tor Browser, que es el mismo que se utiliza para conectarse e ingresar a la Deep Web. También está Waterfox, que en sus comienzos se destacó por brindar una edición de 64 bits cuando el anterior todavía no lo hacía en ningún sistema, brindando así una mayor estabilidad. Para los nostálgicos está Pale Moon, el cual soporta los antiguos temas completos, las extensiones XUL y los plugins NPAPI tales como Java, Silverlight y Flash Player. Otros menos conocidos son Basilisk, K-Meleon y GNUzilla, este último exclusivo para Linux.
La cuestión está en que cada vez son menos los navegadores web que funcionan sin poseer una base en Chromium. En su lugar, más se están sumando al carro; por poner un ejemplo, Maxthon, que hasta hace poco también venía resistiendo al cambio, con la versión 6 lanzada en 2020 abandonó su famoso mecanismo de doble motor de navegación (Webkit y Trident) para cambiarse únicamente al de Chrome. En fin, veremos en un futuro qué sucederá con el resto y si en algún momento Mozilla termina haciendo lo mismo que sus competidores. O por el contrario, continúa en resistencia tratando de brindar algo mejor.
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